Nunca me había propuesto convertirme en una pionera. Aunque creo firmemente en la justicia social, no soy del tipo de personas que se moviliza para luchar por una causa o, al menos, antes no lo era.

Stephen nació en diciembre de 2006. Cuando tenía 17 meses, le diagnosticaron una enfermedad poco común que afecta a todas las áreas de su desarrollo. Cuando cumplió 3 años, le apuntamos a un programa para niños en edad preescolar a media jornada organizado por la concejalía de educación de nuestra localidad. Siempre pensé que, cuando Stephen empezara a usar Proloquo2Go, contaría con un mayor apoyo para alcanzar sus objetivos académicos, pero no fue así.

Al año siguiente, cuando Stephen cambió de colegio, nuestra prioridad era que tuviera acceso a una educación inclusiva. Para ello, era necesario encontrar argumentos científicos que respaldaran nuestra decisión. Descubrí que muchos estudios consideran la educación inclusiva como el mejor modelo educativo para niños que padecen todo tipo de discapacidades. Sin embargo, este descubrimiento solamente fue el comienzo del camino.

Existen debates a nivel nacional en todos los Estados Unidos que analizan si las personas con discapacidad deben asistir a clase junto con otros compañeros sin discapacidad. En 1975 se aprobaron unas regulaciones federales sobre la educación de los niños con discapacidad, que se englobaron en la Ley de Educación para Personas con Discapacidades. Antes, los colegios públicos ni siquiera tenían que aceptar a niños con discapacidades. Esta ley también dispone que los niños con discapacidades deben ser educados en el «ambiente menos restrictivo». Esta ley establece que los colegios deben educar a los niños con discapacidad junto con otros estudiantes sin discapacidades en la máxima medida posible. Esta parte de la legislación es poco precisa, lo que permite que los distintos estados tomen sus propias decisiones a la hora de asignar los centros educativos en los que se matricularán dichos estudiantes.

Muchos colegios no ofrecen la inclusión como opción, por lo que las familias llegan a creer que no es una elección viable para sus hijos. Pensábamos que el colegio nos avisaría cuando Stephen estuviera «preparado» para incorporarse a una clase ordinaria. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que debían ser ellos los que adaptaran la clase para él.

No existen diferencias para los demás estudiantes

Uno de los argumentos que se usan a favor de la educación segregada es que el niño que necesita educación especial «frena» el ritmo de aprendizaje de los demás. Existen estudios científicos que indican todo lo contrario. Además, la mayoría de las investigaciones que encontré se centraban en los efectos académicos que la inclusión provoca en los estudiantes con discapacidades. Estas señalan que los estudiantes con discapacidades que cursan su educación en un contexto inclusivo obtienen un mayor rendimiento académico que los que lo hacen en un contexto segregado.

La lucha para conseguir una inclusión completa

Pero volvamos al caso de nuestro hijo. En cierto modo tuvimos suerte, ya que no nos hizo falta luchar para que Stephen pudiera acceder a una educación inclusiva. El profesor de educación especial de nuestro hijo durante ese curso resultó ser un defensor de este modelo de educación. Juntos logramos convencer al resto del equipo docente y a la dirección del colegio para que le dieran una oportunidad a Stephen. Fue el primer niño con una «discapacidad grave» en incorporarse a una clase ordinaria en ese colegio. En realidad, tampoco es que hubiera muchos estudiantes con discapacidades moderadas asistiendo a clases ordinarias. La mayoría de ellos asistían a clase en un aula independiente para estudiantes con discapacidades intelectuales.

Un gran número de mejoras

Stephen acaba de empezar el instituto. Continúa formándose en un entorno educativo inclusivo, donde sigue obteniendo unos resultados académicos muy buenos (este artículo fue originalmente escrito cuando Stephen cursaba primero de primaria). Este curso escolar ha sido todo un desafío, ya que tanto el centro como los profesores son nuevos para él. Todavía estamos terminando de concretar las modificaciones necesarias y adaptar el entorno de trabajo de Stephen en las distintas clases. Es una tarea que requiere tiempo. Lo importante es seguir trabajando en ello y tener siempre en mente que el objetivo principal es el bien de nuestro hijo.

A continuación, comparto algunos recursos que podrán resultar útiles a aquellos que estén interesados en la defensa de la educación inclusiva (en inglés):

Dessemontet, R., Bless, G. G., & Morin, D. D. (2012). Effects of Inclusion on the Academic Achievement and Adaptive Behaviour of Children with Intellectual Disabilities. Journal Of Intellectual Disability Research, 56(6), 579-587.

Kurth, J. A., & Mastergeorge, A. M. (2010). Academic and Cognitive Profiles of Students with Autism: Implications for Classroom Practice and Placement. International Journal Of Special Education, 25(2), 8-14.

McLeskey, J., Hoppey, D., Williamson, P., & Rentz, T. (2004). Is Inclusion an Illusion? An Examination of National and State Trends Toward the Education of Students with Learning Disabilities in General Education Classrooms. Learning Disabilities Research & Practice (Wiley-Blackwell), 19(2), 109-115. doi:10.1111/j.1540-5826.2004.00094.x

Sharpe, M. N., & York, J. L. (1994). Effects of inclusion on the academic performance of classmates without disabilities. Remedial & Special Education, 15(5), 281.

Individuals with Disabilities Education Act Overview. (2012). Obtenido de http://febp.newamerica.net/background-analysis/individuals-disabilities-education-act-overview